Historia / Doña Blanca

Debido al cansancio, intelectual y visual, que me producen los últimos monumentos en Jerez (básicamente religiosos, sin mayor ligazón a la ciudad, como la Virgen del Rocío) me convenzo de que es una buena oportunidad para ahondar en la historia de Jerez y rescatar de esos anales los personajes más relevantes que la constituyen, dedicándoles en nuestro espacio urbano un pequeño reconocimiento. Se haría lección de historia, reconciliando la ciudad con su memoria histórica y por otra parte, se apuntalaría la historia de Jerez, a veces una gran desconocida. También se diversificaría de forma paralela la estética de una ciudad, esculpida durante las últimas décadas principalmente bajo los cinceles del vino, el caballo, el flamenco y la religión, pero que, sin duda, puede ofrecer mucho más.

Una de las posibles estatuas, nada nimia, sería la reina Doña Blanca de Borbón, erigiéndose en la propia calle a la cual da nombre, a la altura del ensanche en el centro comercial Jerez Plaza. Esto le confiriría al conjunto, perfectamente definido y peatonalizado, una estética histórica diferente.

La historia de esta jovencísima princesa francesa, Reina de Castilla, fue turbulenta y desdichada, tal como relata su vida en la wikipedia. Las intrigas de poder, las disputas de naciones incipientes, las intervenciones del Papa, el Rey de Francia, Las Cortes de Castilla, etc. La Reina acabó sus días en la comarca de Jerez en 1361, a la tempranísima edad de 25 años, si bien dejó una huella histórica en los avatares medievales del Jerez antiguo.

Un primer beneficio de la iniciativa sería capitalizar y rentabilizar la Ruta de Doña Blanca, un aliciente turístico y de memoria histórica muy interesante, como ya realizan otras ciudades. Cerca de Jerez, junto a los yacimientos más antiguos de la provincia, se encuentra El Castillo de Doña Blanca, donde estuvo encarcelada, y en el céntrico Convento de San Francisco, contiguo a la misma calle Doña Blanca, se custodia la lápida regia. En el recinto del Alcázar se encuentra el Palacio almohade del Patio de Doña Blanca y en la ruta escénica que se hace por el propio Alcázar, aparece caracterizada la propia princesa gala. En definitiva, se trata de una nebulosa de datos y huellas que aún no han sido organizados ni mucho menos rentabilizados y que serían beneficiosos para la memoria, el turismo y la estética de la ciudad.